Psiquiatría

Personalidades psicopáticas
Dr. Hugo Marietán
Publicado en la revista Alcmeón, Volumen 7, Nº 3, Noviembre 1998

Índice

Tercera Parte

Otto Kemberg - narcisismo patológico -


Segunda Parte

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Otto Kemberg postula que el narcisismo patológico es un componente de la psicopatía, ingresando elementos psicodinámicos en el diagnóstico de la psicopatía. El narcisismo no patológico es consecuencia de una buena evolución del Yo, es la aceptación de la realidad, en tanto que la realidad puede ser emplazada para satisfacer las necesidades (libido) dirigidas hacia el exterior y hacia el objeto. Los sujetos que no han podido realizar bien esta formación, el ideal del Yo, por no haber interiorizado suficiente amor y estimación recibido de afuera, muestran unas defensas narcisistas muy fuertes. No se atreven a dirigir su libido hacia objetos exteriores y consiguientemente se encierran en sí mismos absteniéndose de recibir, precisamente, de lo que más les falta.

Otto Kernberg cuenta una anécdota que es muy importante y ejemplificadora, que le ocurrió a él mismo, dice "Yo tenía un psiquiatra en formación que robaba y yo no lo sabía y después de terminar su formación me pidió cartas de recomendación. Se las di en dos oportunidades, para dos ocasiones distintas y después me llegó una carta donde el director de la última institución, enfurecido, me decía que cómo una persona como yo mandaba cartas de recomendación de alguien que robaba en forma constante y desmesurada. Este psiquiatra vino a verme para pedirme una tercera carta de recomendación y entonces yo lo confronté con la información de éstos directores", y la reacción de él fue "ah, claro, si yo sabía que estos me iban a perseguir". "O sea que le preocupó que lo persiguieran, no tuvo ninguna preocupación por el cambio mío en la relación con él. Y cuando yo le pregunté que pensaba él de mi reacción frente a toda esta situación, él me dijo "me imagino que usted está enojado conmigo, porque yo lo he engañado, si quiere no me dé la carta". Es decir que no tuvo capacidad de darse cuenta de mi reacción de tristeza por la pérdida de la relación interna con un hombre que era muy inteligente y como les dije, yo lo había supervisado durante un tiempo. Ahora ustedes me pueden preguntar ¿cómo usted no hizo el diagnóstico? Es sumamente difícil, como veremos en algunos momentos más, hacer el diagnóstico fuera de una situación clínica claramente definida, socialmente hacemos los errores más garrafales con este tipo de estructura de personalidad, por lo menos en el corto plazo".

Otto Kernberg hace un diagnóstico diferencial entre tres tipos de estructuras, 1) el síndrome del narcisismo, 2) la estructura social propiamente dicha, 3) la personalidad narcisística con conducta antisocial. Entonces, el síndrome del narcisismo maligno tiene conducta antisocial, tiene una estructura narcisística y tiene un narcisismo maligno. Pero no tiene capacidad de relaciones no explotadoras, no tiene capacidad de identificación con valores morales, no tiene capacidad de compromiso con los otros y no tiene capacidad de sentimientos de culpa.

La estructura antisocial, propiamente tal, tiene conductas antisociales, estructura narcisística, no tiene narcisismo maligno, sí tienen incapacidad de relaciones no explotadoras, tiene incapacidad de identificación con valores morales, tiene incapacidad de compromiso con otros, tiene incapacidad de sentimientos de culpa. Y las personas narcisísticas con conducta antisocial, además de una conducta antisocial tienen una estructura narcisística, pero no tiene narcisismo maligno, incapacidad de relaciones no explotadoras, incapacidad de identificación con valores morales, tampoco tienen capacidad de compromiso con los otros, menos, incapacidad de sentimiento de culpa.

Con respecto a esta última personalidad (narcisismo con conducta antisocial), como decíamos que no tenía síndrome de narcisismo maligno y solo tiene la personalidad narcisística con conducta antisocial, son individuos cuya conducta antisocial es de tipo pasivo parasitario.

Henderson había clasificado a los psicópatas en agresivos, pasivos y creadores. Kernberg discute esto de creadores, pero dice que en la conducta permanentemente agresiva (ataque armado, robo con asalto, agresión física), hay un síndrome de narscisismo maligno. En cambio, cuando las tendencias antisociales son pasivas, tenemos la mentira crónica, el robo pasivo, la explotación parasitaria en lugar de la agresión directa.

La pseudología fantástica corresponde a un síntoma en el que el paciente inventa episodios novelescos y los narra como si realmente le hubiera ocurrido a él. Son concientes del valor de la realidad que puede ser atribuida a sus fantasías, pero a veces y por períodos de duración variable, pueden creer en ellas y vivir así en un mundo de irrealidad. Esto está tomado del Tratado de Psiquiatría de E. Bleuler.

Dice Kernberg que en todo individuo narcisista deben investigarse las tendencias antisociales. Pone por caso a un profesor universitario de estructura narcisista al que le preguntó en medio de la entrevista "¿Ha tenido problemas con la ley o el impulso de estar envuelto en situaciones que puedan crearle problemas con la ley, por ejemplo, deseos de robar?" Y él le contestó "¿y cómo lo sabe usted?" Y resulta que el hombre robaba en librerías de arte, porque su especialidad era el arte y sentía que podía apreciar mucho mejor esos libros que todos los demás y tenía el derecho de robar los libros que no podía pagar.

Hablando de casos en que existen estructuras neuróticas de personalidad con tendencias antisociales, no narcisísticas, cuenta el caso de un médico que robaba en la cafetería del hospital y lo agarraron. Lo iban a expulsar del hospital y lo mandaron al departamento de psiquiatría. Dice que Kernberg lo examinó y tenía una estructura de personalidad obsesiva y con tendencia antisocial provocadora, justamente para ser pillado. Había que ser bruto para robar en la cafetería, siendo el médico del hospital. Robar en la cafetería del mismo hospital era una provocación. Luego de unos años de tratamiento, este médico no volvió a tener una conducta antisocial semejante.

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DSM IV

Nos falta tratar el tema con respecto al DSM IV. En él funciona un rubro que se llama trastornos de la personalidad.

Habíamos definido a la personalidad como una manera de ser. Decimos que el psicópata no es que tiene una psicopatía en el sentido de que se puede tener una tuberculosis, o algo transitorio o mutable, sino que es un psicópata. El psicópata es una manera de ser en el mundo, entonces la pregunta es ¿la personalidad se puede trastornar?. Yo creo que no se puede hablar de un trastorno de la personalidad, siguiendo este razonamiento. Yo pienso que el término trastornar o desordenar es inadecuado. Una persona es estable, es una manera de ser, ¿cómo se va a trastornar? ¿Cómo va a desordenarse? Pienso que el término es totalmente inadecuado. Es un intento para no hablar de psicopatías, porque el término psicopatía también está muy vapuleado, llega a ser algo peyorativo. Alguien comete un acto agresivo porque sí, el cuñado de uno, por ejemplo, y pasó a ser un psicópata; Leo Kaner ironizaba: "un psicópata es alguién a quien no se quiere". Pero de ahí a decir que es un trastorno de personalidad hay un trecho. Otro tema es el de las transformaciones de la personalidad, debida a noxa cerebral (traumatismo de la corteza orbitaria anterior, tumores, etcétera). Pero aquí la personalidad era de una manera antes de la noxa y, después, hay un cambio muy notable de la conducta habitual. Por eso se prefiere usar para estos cuadros el nombre de pseudopsicopatías. En la psicopatía hay una continuidad conductual, es así desde siempre. En la pseudopsicopatía se pueden distinguir un antes, la noxa y un después.

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DSM IV: Trastornos de la Personalidad(13)

El trastorno paranoide de la personalidad es un patrón de desconfianza y suspicacia que hace que se interpreten maliciosamente las intenciones de los demás.

El trastorno esquizoide de la personalidad es un patrón de desconexión de las relaciones sociales y de restricción de la expresión emocional.

El trastorno esquizotípico de la personalidad es un patrón de malestar intenso en las relaciones personales, distorsiones cognoscitivas o perceptivas y excentricidades del comportamiento.

El trastorno antisocial de la personalidad es un patrón de desprecio y violación de los derechos de los demás.

El trastorno límite de la personalidad es un patrón de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y los afectos, y de una notable impulsividad.

El trastorno histriónico de la personalidad es un patrón de emotividad excesiva y demanda de atención.

El trastorno narcisista de la personalidad es un patrón de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía.

El trastorno de la personalidad por evitación es un patrón de inhibición social, sentimientos de incompetencia e hipersensibilidad a la evaluación negativa.

El trastorno de la personalidad por dependencia es un patrón de comportamiento sumiso y pegajoso relacionado con una excesiva necesidad de ser cuidadoso.

El trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad es un patrón de preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control.

Los trastornos de la personalidad están reunidos en tres grupos que se basan en las similitudes de sus características. El grupo A incluye los trastornos paranoide, esquizoide y esquizotípico de la personalidad. Los sujetos con estos trastornos suelen parecer raros o excéntricos. El grupo B incluye los trastornos antisocial, límite, histriónico y narcisista de la personalidad. Los sujetos con estos trastornos suelen parecer dramáticos, emotivos o inestables. El grupo C incluye los trastornos por evitación, por dependencia y obsesivo-compulsivo de la personalidad. Los sujetos con estos trastornos suelen parecer ansiosos o temerosos. Hay que señalar que este sistema de agrupamiento, si bien es útil a efectos de investigación o docencia, tiene importantes limitaciones y no ha sido validado de forma consistente. Además, es frecuente que los individuos presenten al mismo tiempo varios rasgos de la personalidad pertenecientes a grupos distintos.

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Características diagnósticas

Los rasgos de personalidad son patrones persistentes de formas de percibir, relacionarse y pensar sobre el entorno y sobre uno mismo que se ponen de manifiesto en una amplia gama de contextos sociales y personales. Los rasgos de personalidad sólo constituyen trastornos de la personalidad cuando son inflexibles y desadaptativos y cuando causan un deterioro funcional significativo o un malestar subjetivo. La característica principal de un trastorno de la personalidad es un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto y que se manifiesta en al menos dos de las siguiente áreas: cognoscitiva, afectiva, de la actividad interpersonal o del control de los impulsos (Criterio A). Este patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia gama de situaciones personales y sociales (Criterio B) y provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo (Criterio C). El patrón es estable y de larga duración y se puede descubrir que su inicio se remonta al menos a la adolescencia o al principio de la edad adulta (Criterio D). El patrón no es atribuible a una manifestación o una consecuencia de otro trastorno mental (criterio E) y no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (por ejemplo, una droga, una medicación o la exposición a un tóxico) ni a una enfermedad médica (por ejemplo, traumatismo craneal) (Criterio F). También se proporcionan criterios diagnósticos específicos para cada uno de los trastornos de la personalidad incluidos en esta sección. Los ítems en cada grupo de criterios para cada uno de los trastornos de la personalidad específicos son enumerados en orden de importancia diagnóstica decreciente según los datos relevantes sobre eficiencia diagnóstica (cuando existen).

El diagnóstico de los trastornos de la personalidad requiere una evaluación de los patrones de actividad del sujeto a largo plazo, y las características particulares de la personalidad han de estar presentes desde el principio de la edad adulta. Los rasgos de personalidad que definen estos trastornos también tienen que diferenciarse de las características que surgen como respuesta a estresantes situacionales específicos o a estados mentales más transitorios (por ejemplo: trastornos del estado de ánimo o de ansiedad, intoxicación por sustancias). El clínico tiene que valorar la estabilidad de los rasgos de personalidad a lo largo del tiempo y en situaciones diferentes. La evaluación también puede verse complicada por el hecho de que las características que definen un trastorno de la personalidad en ocasiones no son consideradas problemáticas por el sujeto (por ejemplo, los rasgos son a menudo considerados egosintónicos). Para ayudar a salvar esta dificultad, es útil la información aportada por otros observadores.

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Grupo A: el paranoide

Vamos a hablar del paranoide(12), para tomar un solo ejemplo, como lo encara el DSM IV, ustedes van a ver que la esencia del paranoide es la desconfianza, la falta de fe. La fe es una creencia ingenua, no analizable, de un precepto, de una doctrina. Cuando uno usa la fe como fundamento, no se cuestiona nada. En general usamos este patrón de fe para movernos en la vida. Creemos que las cosas van a salir bien o que las cosas se van a repetir tal cual se repitieron ayer o antes de ayer y van a seguir con una proyección semejante, que vamos a entrar a nuestra casa y no va a haber un extraño robándonos, no vamos a encontrar muertos a nuestros familiares, o que no va a caer una bomba en Buenos Aires, en fin, hay toda una serie de creencias que nos ayudan a vivir tranquilos.

En el paranoide se produce una ruptura de esta fe, de esta confianza básica. Dice "esto que se me presenta hay que razonarlo", es decir no se entrega espontáneamente a las circunstancias, sino que utiliza una herramienta, que es el razonamiento. Esto le produce duda, quiebra la fe, por eso el paranoide es una persona que está alerta, a la expectativa, en lucha ante la posibilidad de que algo sea agresivo para él. Rápidamente nos damos cuenta de que el paranoide es un hombre temeroso y que en la esencia del paranoide está el miedo. ¿Por qué uno se defiende? Uno se defiende porque tiene miedo. Está temeroso de ser perjudicado, atacado. Es un hombre a la defensiva. Y cuando uno está a la defensiva, no es espontáneo, está tenso. Cuando se está en lucha no se puede disfrutar. Recién cuando uno se relaja puede disfrutar, sino está a la expectativa, hiperalerta, mirando de dónde va a venir el sablazo. El miedo subyace en todo. Una vez que entendimos esto, rápidamente se entienden las demás cosas, lo de la suspicacia, lo de buscar las claves "este me dijo tal cosa, ¿qué me habrá querido decir?". En un grupo "aquellos dos están hablando, ¿a ver si están hablando algo en contra mío?". Ahí viene la autorreferencia, la susceptibilidad, estar pensando de qué manera una leve señal, despierte una reacción grande, esa es la susceptibilidad. Son hiperrazonante y el tipo de razonamiento que usan es el deductivo, es decir, parten de un concepto general y lo adaptan a los hechos particulares. En otras palabras, son prejuiciosos. O sea, se manejan con un juicio previo y tratan después de corroborarlo con lo que está pasando. Un ejemplo rápido: parten del prejuicio "mi pareja me es infiel" y desde ahí tratan de buscar elementos, hechos particulares que puedan corroborar el pensamiento inicial, el prejuicio de ser engañado por su pareja. No es un razonamiento de tipo inductivo, que parte de los hechos particulares, y por sumatoria obtiene una conclusión general. Por ejemplo, la esposa llega tarde, la ropa está toda arrugada, tiene pastitos en el pelo, etcétera. Y concluye inductivamente que tal vez lo engaña. Ese es el pensamiento inductivo.

Este exceso de razonamiento tiene sus pro y sus contras. Le da al paranoide cierto aire de suficiencia. Suelen ser inteligentes, con un buen capital ideativo. Y creen que siempre tienen razón. Son muy críticos, no están conformes, siempre les falta algo, no están satisfechos nunca. Es el famoso "si, pero yo lo hubiera hecho así". El paranoide es descalificador.

La otra característica es el respeto por las jerarquías, es una persona que cuando respeta a su jefe, es un muy buen colaborador y puede llegar a ser sumiso a pesar de que es un hipervalorado. Puede tener acciones de esclavo, cuando su jefe le da órdenes y a su vez ser un tirano con sus subordinados o con su la familia. Tiene un manejo del humor bastante particular, con los amigos puede ser alegre, compañero, y dentro de casa es un amargado, seco.

Cuando se leen los criterios que maneja el DSM IV, como en este caso que describimos al paranoide, se llega a la conclusión que uno conoce a muchos paranoides tanto en su trabajo como entre sus familiares o incluso uno mismo. Es decir que son muchos los que pueden ser señalados como paranoides. Es entonces evidente el choque conceptual con Schneider, para quien los psicópatas son pocos. Creo que el DSM IV es más una tipología, un estudio sobre variedades conductuales, que una conceptualización sobre psicopatías, salvo en el tipificado como trastorno de la personalidad antisocial.

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Hare

Basados en los trabajos de Cleckley, en 1976, Hare, Hart y Harpur, han propuesto diez criterios para el trastorno de la personalidad psicopática (1991) que son los siguientes:

1. Locuacidad y encanto superficial;

2. Autovaloración exageradamente alta/arrogancia;

3. Ausencia total de remordimiento;

4. Ausencia de empatía en las relaciones personales;

5. Manipulación ajena con recurso frecuente de engaño;

6. Problemas de conducta en la infancia;

7. Conducta antisocial en la vida adulta;

8. Impulsividad;

9. Ausencia de autocontrol;

10. Irresponsabilidad.

Para hacer el diagnóstico de trastorno antisocial de la personalidad, se requiere contar con 18 años como mínimo y presentar alteraciones de conducta antes de los 15 años. Entre los factores más comunes de los trastornos de conducta antes de los 15 años, se presenta fracaso escolar, ausentismo, falsificación de notas, expulsión de la escuela, fugas de la casa, comportamientos violentos, actos de bandalismo, crueldad con las personas y animales, mentiras y robos reiterados, promiscuidad sexual precoz, contacto temprano con el alcohol o drogas, etcétera. El denominador común de todos estos factores es la transgresión de las normas de conducta en el hogar y frente a la sociedad.

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El complementario del psicópata

Cuarta Parte


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