Introductoria al Estrés Infantil El tema del estrés es frecuentemente manejado tanto por artículos periodísticos o revistas populares, como por reportes científicos. Las preguntas básicas para iniciar la comprensión del tema son pocas: ¿qué es el estrés?, ¿qué reacciones tenemos cuando experimentamos estrés?, ¿se puede afirmar que los niños también padecen estrés bajo condiciones difíciles? De hecho, los niños y adultos pueden mostrar diferentes modos de reaccionar frente al estrés (Weinman, 1987); además el estrés juega un papel importante en las causas y el mantenimiento de problemas emocionales, lo que es especialmente también cierto en los niños (Chandler y Shermis, 1986). Tanto los padres, profesionales de la salud y profesores, así como las personas que están presentes en las relaciones del niño, deben acercarse a la compresión del estrés en los niños, para tener un mejor panorama de la salud mental del niño en la familia, relaciones sociales y el funcionamiento escolar. Para
acercarnos al estrés en los niños, debemos estar alertas
a cuatro aspectos muy importantes que nos orientarán tanto
en la observación de los niños como en las formas de
tratar de ayudarlos (Chandler, 1985; Chandler y Maurer, 1996):
Estos
elementos deben ser considerados puntos clave para la investigación
, la intervención terapéutica y la prevención.
La observación del niño, sea por un especialista,
profesor o padre de familia, debe estar orientada por estos cuatro
puntos de referencia. 1.
El estrés como estímulo
1.
El estrés como estímulo: la monotonía, el aislamiento,
el trabajo continuado bajo presión de tiempo, el calor, el
cambio abrupto de ambiente, etc., son condiciones estresantes cuyos
efectos generalmente provocan al niño reacciones de adaptación;
estas reacciones pueden, sin embargo, no ser adaptativas. Desde este
punto de vista, se toma al estrés como estresor, es decir,
como las características del ambiente que exigen conductas
de adaptación. se pueden identificar tanto estresores externos
(como las circunstancias en las líneas anteriores) como estresores
internos (impulsos, deseos, etc.) (Cramer y Block, 1998). 2.
El estrés como respuesta: el niño exhibe conductas como
respuesta que intentan adaptarlo al estresor. Los niños pueden
mostrar, como mencionamos en un párrafo anterior, diferentes
estilos de respuesta ante el estrés (Chandler, 1985; Chandler,
1994; Chandler y Maurer, 1996), reacciones que significan el uso de
determinados mecanismos defensa (Cramer, 1987), inclusive desde la
edad preescolar (Cramer y Block, 1998). Considerando el aspecto fisiológico,
Selye (1974) denominó Síndrome de Adaptación
General a las reacción fisiológica generalizada en la
experiencia de estrés. 3. El estrés como amenaza percibida: desde otro punto, se asume que el estrés proviene de la percepción y evaluación que la persona hace de la situación, identificándola como evento amenazante para la propia seguridad. El sujeto evalúa y compara sus propias capacidades para hacer frente al estrés y la intensidad del estresor, experimentando reacciones consecuentes de esa evaluación. La disparidad entre los retos que experimenta la persona y la creencia que tiene sobre su capacidad para afrontarlos, determina la experiencia del estrés(Alsop y McCaffrey, 1993). Por
otro lado, teniendo presente los estresores, la principal fuente de
estresores en la edad escolar se ubica en el contexto escolar. Esto
lo demostró Madders (1987), quien identificó una relación
de eventos estresantes escolares y extraescolares, después
de observar una clase en el nivel primario: Mecanismos de Defensa Es probable que en alguna oportunidad, los profesores o padres de familia han escuchado hablar sobre los mecanismos de defensa. Incluso, su uso también forma parte del vocabulario de quienes se han enterado superficialmente de su significado. Utilizando la definición de una reconocida investigadora (Cramer, 1987), mecanismo de defensa es una operación cognitiva que funciona como protección para la persona ante los efectos de la ansiedad. En este sentido, las defensas son adaptativas, pues permiten a la persona continuar funcionando en situaciones que le generan ansiedad (Cramer, 1987). Las defensas utilizadas son activadas para mantener el equilibrio psicológico (Cramer y Block, 1998). Está demostrado que los mecanismos de defensa siguen una secuencia predecible en el desarrollo de la persona. En otras palabras, desde la infancia hasta la adultez, la persona utiliza diferentes defensas ante las situaciones estresantes, de acuerdo diferentes momentos en su desarrollo (Cramer, 1987). Como tales periodos de desarrollo involucran un desarrollo cognitivo en aumento, la persona usa las defensas más complejas mientras más edad tenga, y las más simples o primitivas en edades tempranas; esto lleva a afirmar que existen mecanismos de defensa apropiados para una edad en el desarrollo del niño (Cramer y Gaul, 1988). Para tener una mejor visión de lo que estamos hablando, las siguientes descripciones provienen, principalmente, del trabajo de Cramer (1987), sobre el desarrollo de los considerando principalmente tres de ellas: negación, proyección e identificación. La
negación, defensa típica de los niños en edad
preescolar ante los situaciones estresantes, aparta la atención
fuera de los estímulos nocivos o peligrosos, negando su existencia.
Durante las relaciones del niño con un ambiente estresante,
las conductas que demuestren afirmaciones de negación de lo
que está sucediendo, percepción inesperada de optimismo,
bondad o gentileza en una situación donde claramente no la
hay, negar sentimientos, "no ver" el estímulo amenazante, etc.,
pueden ser alusivas a la utilización de la negación.
Este recurso se puede resumir en "no existe eso". Lo que ocurre es
una pobre diferenciación entre los estímulos internos
y los externos (típico en edades tempranas). Tanto las relaciones
sociales como el creciente desarrollo cognitivo contribuyen a reducir
el uso de esta defensa; sin embargo, a nivel de la fantasía,
aún puede seguir utilizándose, sin distorsionar la realidad
(por ejemplo, cuando los adultos se detienen a "soñar despiertos").
Los adultos que utilizan tal mecanismo de defensa como recurso principal
para afrontar el estrés, estarían utilizando una defensa
primitiva y, por lo tanto, inmadura. La
proyección es utilizada, por lo común, por los
niños en edad escolar y es más madura que la negación.
El niño, en esta etapa, reconoce mejor lo que ocurre fuera
de él (la realidad) y dentro de él (sus fantasías);
similarmente, está aprendiendo normas sociales que las interioriza
y controlan ciertos pensamientos y sentimientos que en estas edades
son considerados inaceptables. La proyección funciona atribuyendo
las características propias que son desagradables o inaceptables.
"No soy yo, son ellos" es una afirmación que podría
resumir el uso de la proyección. Los niños (y adultos)
que utilizan la proyección en situaciones de ansiedad, no muestran
una seria distorsión de la realidad. La proyección
es utilizado a través de la niñez y adolescencia. Atribuir
la propia agresividad o sentimientos hostiles a otros, la suspicacia,
afirmar conocer y saber las necesidades e intensiones de otros, percepción
de ser amenazado sin bases objetivas, etc., son indicios del uso de
la proyección. Por último, en mecanismo de identificación."No son ellos, soy yo" es una afirmación que podría ser identificado en esta defensa. Ocurre cuando se toma como propio ciertas cualidades o características de otras personas o personajes, cuyos efectos mejorarán la propia seguridad y autoestima. Durante la adolescencia, esta defensa un papel importante. La imitación de actividades y características de personajes, la autoestima conseguida a través de la afiliación con otras personas, etc., son expresiones de la identificación. Sabemos
que las situaciones bipolares (éxito-fracaso) tienden a ser
percibidas como amenazantes a la propia autoestima. En tales situaciones,
los niños (así como los adultos) utilizan generalmente
la negación para protegerse de la sensación de fracaso,
mientras que los niños ante el éxito tienden a utilizar
más defensas de identificación (Cramer y Gaul, 1988).
Patrones de conducta frente al estrés. Los niños pueden mostrar ciertos patrones en sus reacciones frente a los estresores. Estas reacciones son intentos adaptativos para ajustarse a las demandas del ambiente estresante (Chandler y Maurer, 1996). Imaginémonos por un momento una línea recta; en un extremo están las conductas adaptativas y efectivas y en el otro extremo los comportamientos desadaptativos frente a los estresores. Entonces, las conductas que adopta el niño para enfrentar el estrés pueden ser vistas en este continuum (Chandler, 1985). Si
se construye un eje, se puede hallar cuatro cuadrantes que corresponden
a los modos en que las reacciones al
estrés de los niños pueden tomar forma (ver Figura
1). Los cuatro patrones de respuesta al estrés pueden ser
descritos de la siguiente manera (Chandler, 1985): Desde
este punto de vista, la conducta del niño bajo estrés
puede ir desde el extremo pasivo al extremos activo; y por otro lado,
del extremo introvertido al extremos extrovertido. Una representación
gráfica de este modelo será mejor comprendido si se
construye un eje (ver figura 1). Mientras más extremas sean
las conductas (hacia los polos Activo-Pasivo o Introversión-Extroversión),
más desadaptativos será el ajuste el niño a su
ambiente. ![]() ![]() Patrones de respuestas al estrés en niños Las
implicancias de las conceptualizaciones vistas en el presente documento
deben alertar a los padres y profesores para actuar con sensibilidad
ante las necesidades adaptativas de los niños; adicionado a
ello, tomar en cuenta también que gran parte de los estresores
y recursos adaptativos provienen de la relación que mantenemos
con los niños en el hogar y en el colegio. Ciertos patrones
de reacción al estrés pueden ser predecibles, sea que
estén vinculados a etapas del desarrollo o a conocidas clasificaciones
clínicas de la conducta infantil; los padres y profesores pueden
entonces estar mejor orientados al conocer el rango de posibles reacciones
de sus hijos(as)ante potenciales estresores previamente identificados
en la literatura. Referencias
Merino
Soto Cesar Ayax Psicología Escolar C.E.P.
"Gonzalo Bravo Mejía" C.E.I.P.
"Mi Mundo Mágico" Conferencias 22
de Diciembre de 1997 25
de Enero de 1998 11
de Julio de 1998 Setiembre
de 1999 Noviembre
de 1999 Capacitación Setiembre
de 1999 Grupo Cheetah. Buenos Aires.Argentina info@cheetah1.com.ar |