De lo parcial a lo global 

Invariablemente y como ya es costumbre en nuestras sociedades -avanzadas- los individuos que acaban padeciendo las consecuencias del mundo loco en el que vivimos son separados del resto y estudiados y tratados individualmente. La persona ni empieza ni acaba en ella misma. Lo que ella es, lo que a ella le acontece, está necesariamente relacionado con las personas con las que interactúa y con las situaciones en las que se desenvuelve (1) .Sólo desde esta perspectiva es posible comprender cualquier trastorno que le sobrevenga en el curso de su vida. 

La historia de la Salud Mental en Occidente es ya dilatada. Diversas escuelas, tradiciones y enfoques han ido acercándose a la comprensión del hombre desde muchas teorías. Algunas, es verdad, contribuyeron a la amplificación o revisión de los constructos existentes; otras, no pasaron de ser visiones más o menos mecanicistas coherentes con la forma de pensar de los estamentos médicos imperantes en el contexto social donde fueron ideadas. Afortunadamente, las corrientes de apertura que nos airearon en los años sesenta facilitaron muchos de los enfoques que actualmente tienen cabida en el campo terapéutico. Conceptos humanistas, energéticos y espirituales, poco a poco, se fueron adentrando en una tierra donde no resultaron del todo comprendidos ni admitidos. Predominantemente orientalistas, estas filosofías salpicaron de dudas nuestro saber científico y contribuyeron y siguen contribuyendo a la formación de una mentalidad más abierta y flexible que permite enfocar los hechos que nos conciernen desde distintos puntos de vista. 

De todas maneras y a pesar de las cuantiosas influencias de culturas lejanas, los tratamientos terapéuticos, hoy en día, se siguen enfocando de forma individual porque obedecen todavía a una visión fragmentada que tenemos del saber y a una ilusión de que somos autosuficientes y podemos estar desligados de los otros. Nada más lejos de la realidad. Aunque parezca una paradoja, la autonomía personal sólo es posible si aceptamos el hecho de que pertenecemos. El sentido de pertenencia en un ser social como el humano es inseparable del de autonomía. Un nivel de pertenencia sano y equilibrado hará posible, en consecuencia, un nivel de autonomía también equilibrado y sano. Aunque pueda herir el orgullo de algunos hay que decir que las personas somos, al final, una amalgama de lo que pensamos que somos y de lo que piensan los otros que somos. De forma similar, podríamos también pensar que nuestras acciones son el resultado híbrido de lo que nosotros queremos hacer y de lo que desean los otros que hagamos. ¿En qué proporción lo uno y lo otro? En proporción tan variada como distinta es la idiosincrasia de cada uno. 


Notas

(1) Ubicar los fenómenos dentro del contexto donde tienen lugar resulta de la máxima importancia para poder comprenderlos.  Resulta totalmente distinto ver la psicosis como una enfermedad incurable y progresiva de una mente individual o entender la psicosis como la única respuesta posible frente a un contexto absurdo o insostenible. (*)


Regresar


Grupo Cheetah - Buenos Aires. Argentina
info@cheetah1.com.ar