Psoriasis

La psoriasis es una enfermedad de la piel eritematoescamosa, de evolución crónica, con exacerbaciones y remisiones de impredecible comienzo y duración. 

Afecta al 2% de la población general. 

Las zonas cutáneas clásicamente comprometidas son cuero cabelludo, región retroauricular, codos, rodillas, superficie extensora de los miembros, región lumbosacra, genitales, ombligo, zona del pañal. 

La población considerada tiene entre 5 y 17 años de edad. 

La psoriasis, al igual que el eczema atópico, la dyshidrosis, el acné, la urticaria, la alopecía areata y el liquen plano, es una enfermedad en la que los desórdenes orgánicos y emocionales colaboran en distinto grado en la aparición de la afección cutánea. 

Etimológicamente emoción significa movimiento brusco, lo que implica que algo cambia de lugar.El registro de la piel es una expresión concreta de la relación entre el mundo interno y el externo. 

Estas afecciones pueden manifestarse esporádicamente, como respuesta a situaciones traumáticas en las que el niño/adolescente no utiliza el recurso simbólico de la palabra para manifestar sus emociones que se arraigan en la piel. 

Cuando hablamos de situaciones traumáticas nos referimos a las que implican decepción, contrariedad, fracaso. 

Los factores desencadenantes de la enfermedad, referidos por el adulto que los trae a la consulta, o por los mismos adolescentes tienen que ver con frustración frente a los duelos, a los cambios de los ciclos biológicos, incapacidad para expresar o recibir cariño, comienzo o cambio en la escolaridad, alcoholismo y drogadicción de personas de su entorno, especialmente el edípico y la gran inequidad social que produce un nivel altísimo de desocupación, lo cual redunda en el sentimiento de inutilidad e invalidez psíquica y social. 

La piel ocupa una posición relevante como órgano de comunicación, y tiene un importante rol en la socialización del niño. Se han reconocido distintos factores operando en la afección dermatológica: 

  • Factores etiológicos que incluyen predisposición genética y constitucional.

  • Factores emocionales y afectivos.

  • Valores sociales. 

Las capacidades emocionales están profundamente entretejidas con los encuadres institucionales de la sociedad y la cultura.

Los afectos son los destinados a llevar los mensajes desde el cuerpo o desde el mundo externo a la mente.

Son un concepto limite entre lo psíquico y lo somático que proporcionan una tonalidad general penosa o agradable, en tanto que la emoción generalmente se manifiesta como alegría o tristeza y transforma de un modo momentáneo pero brusco el equilibrio de la estructura psicofísica del individuo. 

 El psoríasico vive en un estado de permanente ambivalencia. 

Cuando las emociones quedan excluidas de la vida psíquica buscan descarga a través de la vía somática.

Pensamos que lo psíquico y lo somático interactúan permanentemente.

En niños/adolescentes con psoriasis, se ha producido directa o indirectamente un importante impacto emocional lo que modificó las relaciones de él consigo mismo, con los demás, con su entorno en general.

En algunos de ellos la reacción emocional que se traduce en un estado de tristeza puede exagerarse, devenir un rasgo de carácter, de comportamiento, una respuesta ambivalente a las frustraciones, decepciones y fracasos, y lo que aparece es un acceso de enojo o cólera producto en general de su introversión.

La edad del paciente y la localización de las lesiones tienen una importancia variable, influye la imagen que el niño/adolescente tiene de sí mismo y es importante como la relata a los demás. La imagen corporal implica una representación psíquica del cuerpo que se desarrolla entre lo biológico y lo cultural.
El tiempo y el espacio forman parte de los datos biológicos con los que nos manejamos.

El espacio se construye por el hecho mismo de tener un cuerpo. 

Pero este cuerpo siempre se significa en el vínculo con el otro.

Por eso es de capital importancia el vínculo temprano del niño con su madre, y con su entorno familiar.

La constelación familiar determina una organización intrapsíquica e intersubjetiva con sus particularidades, y es significativo el lugar que ocupa cada uno dentro de ella.

Muchas veces las relaciones a pesar de la cercanía o del parentesco pasan a ser anónimas o anómicas, despersonalizadas. 

La inequidad social, la mala distribución de la riqueza, la violencia psicosocial no permiten relaciones de intimidad, ni de creatividad entre padres e hijos, sean bebés, niños o adolescentes. 

No hay tiempo suficiente ni fuerzas para el juego o el diálogo. 

Pero igualmente se producen relaciones de total dependencia con madres y padres que resultan ausentes a pesar de su presencia. 

En general en niños con psoriasis se produce una relación simbiótica con la madre o con quién la sustituye en su rol. La figura del padre se encuentra desdibujada y cobra relevancia una abuela o abuelo como resguardo o como modelo a imitar. 

Ser padre o madre no se reduce a un orden biológico, sino que implica un reconocimiento simbólico como pertenencia a un orden social, a un linaje, una filiación, con lazos afectivos donde están en juego los deseos, ideales, deberes y derechos. 

Se estructuran los sistemas de parentesco según la diferencia de los sexos y de las generaciones. 

El rol padre es el primer soporte de la autoridad, de la ley, el origen de las identificaciones y las idealizaciones de los que se desprenderán los ideales sociales. 

En cuanto a las relación con sus pares no son muy fluidas, se reducen a dos o tres personas. No interactúan en grupos amplios, y se sienten inferiores por su aspecto y esto les recorta la posibilidad de participar en distintas actividades, por ejemplo las deportivas ya que lo que no quieren es mostrarse. 

Las lesiones externas no hacen más que reforzar la imagen interna de desvalorización. Son tímidos fuera del ámbito familiar, pero en él aparecen conductas agresivas. En general son nerviosos e inquietos. 

Hay que tener en cuenta que todo fenómeno psicológico se origina en un contexto relacional. 

El sentimiento de identidad se apoya en la convicción de que uno vive en el interior de su cuerpo y en la certeza de que el cuerpo y el sí mismo son indisociables. 

La manera como un individuo vive su cuerpo nos dice mucho sobre la naturaleza de su relación con los demás. 

La psoriasis les produce la sensación de sentirse extraños a su cuerpo.

Cuando nos muestran sus lesiones, "muestran su cuerpo como si no les perteneciera". 

El cuerpo anátomo-biológico es el cuerpo de las apariencias, de las sensaciones, sostén de la mente, soporte de las emociones y de los afectos. 

El esquema corporal, la imagen corporal de sí mismo, dependerá del cuerpo biológico con sus atributos, su integridad, sus déficit y del encuentro con quién los asiste en la etapa de desvalimiento, y de quienes luego se convierten en las personas referenciales. 

Este cuerpo tendrá sensaciones que se convertirán en sentimientos y palabras, los que le otorgan esa cualidad que hace de cada persona un ser humano. 

Reconocen como propio el sentimiento de vergüenza. Por eso producen relaciones distantes y bruscas. El miedo, el pánico se transforma en nuevas somatizaciones. 

Su lenguaje es banal y rápidamente quieren salir de escena para ser protagonistas desde afuera, para que de esta forma puedan controlar la escena de la cual huyeron.

Ser protagonista desde afuera, implica controlar desde la fantasía. Aquí se ve claramente la ambivalencia, desde el punto de vista psicológico. 

Desde el punto de vista psicopatológico, es lo que definimos como posición esquizo-paranoide. Desde lo psicoanalítico significa una pobre significación simbólica. 

No toleran los cambios, por lo cual cuando éstos ocurren reaccionan irritándose, o con un recrudecimiento de su enfermedad. 

Sin embargo precisan que estén pendientes de ellos y tener un lugar de privilegio entre los demás en especial respecto a la mamá, a pesar que el papá está idealizado por su ausencia. Alexitimia significa. *sin palabras para los afectos, o *incapacidad para distinguir un afecto de otro, de acuerdo a Sifneos o Joyce McDougall.

Cuando interrogamos acerca de qué les pasa, o qué sienten, nos encontramos con que hay una incapacidad para diferenciar sus afectos, una perturbación en la simbolización lingüística. 

Los fenómenos de la patología psicosomática nos remiten a procesos de naturaleza pre-verbal, a fenómenos que no han logrado transformarse en procesos auténticamente simbólicos, capaces de realizarse en representaciones psíquicas. 

Prevalece un tipo de pensamiento llamado "operatorio", que carece de fantasías y calor emocional. 

Hay pobreza en la capacidad creativa. Al interrogar sobre sus sueños, hay gran dificultad para narrarlos. La respuesta corriente es "no soñé nada", o hay un sueño que aterroriza, dónde se dibuja la figura repetitiva de un monstruo.

Didier Anzieu nos habla de un concepto que es el YO PIEL, construido a partir de sensaciones corporales de la madre, registradas por el niño.

Nos dice que ese Yo Piel es una envoltura que contiene los estados emocionales desde el cual las experiencias pueden ser conocidas, reconocidas y se pueden desarrollar.

  Donald Winnicott llama Objeto Transicional a un nexo originario a partir del cual la realidad entra en una relación creativa con la fantasía. Permite el reconocimiento del mundo externo como algo separado del propio ser, pero conectado con él. 

Es un objeto descubierto y creado a la vez, que pertenece a la realidad y a la fantasía. 

Esta creación se desarrolla en los primeros años de vida en medio de un ambiente emocional contenedor y permite desarrollar el reconocimiento de la experiencia propia.

La capacidad para registrar la experiencia personal e interpersonal se crea en la infancia a través de la relación con la madre. 

A partir de esto se puede desarrollar el pensamiento, entendido como un procesamiento de las emociones. 

Si la capacidad mental de la madre para procesar emociones está poco desarrollada o dañada, las experiencias emocionales quedan excluidas del acceso al pensar y a la elaboración psíquica y el resultado de esto es que el niño es proclive a una mayor vulnerabilidad somática. 

A través de la indagación psicológica se observa en los psoriasicos una gran perturbación en la construcción de sus vínculos tempranos, dónde un exceso de madre y ausencia de padre no colaboran en la formación de éste espacio y objeto trasicional que son de creación, de juego, de fantasía, de experiencia, y que construyen el sentimiento de identidad. 

La hipótesis con la que trabajamos es que hay una cierta relación de homología entre el comportamiento inmunológico y la estructura psíquica intra e intersubjetiva. 
El sistema inmunológico es el encargado de discernir lo propio de lo ajeno creando un cordón de seguridad para la autopreservación, dónde lo ajeno es atacado. 

En éste tipo de afección dermatológica se ataca lo propio que no se reconoce como tal, es decir que en la psoriasis hay una baja en las defensas inmunológicas. 

En el campo de los neurotransmisores se ha comprobado una baja en la acetilcolinasa y un aumento de la serotonina dopaminérgica (tomo 1 del Tratado de Psiquiatría de Kaplan y Sadock). 

Las propuestas para el tratamiento psicológico son la construcción de un vínculo terapéutico donde se puedan:

  • Ligar vivencias en la elaboración de experiencias traumáticas intentando poner palabras a aquello que aconteció y no pudo ser expresado. 

Entendemos que la base de lo psíquico es lo somático y que la psique comienza como una elaboración imaginaria del funcionamiento físico, siendo su misión más importante ligar las experiencias del pasado con el pensamiento actual y la expectativa respecto del futuro.

  • Trabajar sobre los aspectos de sobreadaptación en las relaciones del niño con su entorno, teniendo en cuenta que la simbiosis como forma de vínculo hace que el niño/adolescente encuentre dificultosa la exploración psicológica entre la igualdad y la diferencia, de sí mismo y los otros, del mundo interno y el mundo externo.

  • Ayudarlos a convivir con la enfermedad en situaciones crónicas, planteando posibles opciones en su manera de relacionarse, en su capacidad tanto de adaptarse, como de negarse a adaptar a la realidad externa, lo que implica consolidar su capacidad de elegir.

  • Trabajar sobre los afectos, en especial sobre la agresión, la hostilidad y cambiar su teoría de valores, reconociendo la aprehensión, el temor, la preocupación que se visualizan en su sufrimiento.

  • Trabajar sobre el proceso de socialización sin dejar de tener en cuenta la incertidumbre y el temor que se ponen en juego al considerar los posibles desarrollos sociales y las fragmentaciones emocionales que interfieren en la construcción de la identidad y de la personalidad en la sociedad que les toca vivir. 

Lic. RUT COHEN
gmr@ciudad.com.ar
Tel.: (+54 11) 4983-3197

Hospital Ramos Mejía
Servicio de dermatología
Sección dermatología pediátrica
DRA. MARGARITA LARRALDE

 

BIBLIOGRAFÍA
Anzieu, D.: "Yo Piel". Dunod, 1985.

Aulagnier, P.: "Condenado a Investir".

Rev. Nouvelle Reveue de Psychoanalyse, Gallimard, 1982.

Aulagnier,P.: "La Violencia de la Interpretación". Amorrortu, 1985.

Freud, S.: "El Malestar en la Cultura". Amorrortu, 1976.

Kaplan y Saddok: "Tratado de Psiquiatría - tomo 1".

McDougall, J.: "Teatros de la Mente" - "Teatros del Cuerpo". Ed. Petrel, 1982.

Marty, P.: "El Pensamiento Operatorio" - "La Psicosomática del Adulto". A.E., 1992.

Morin, E.: "La Cabeza Bien Puesta". Nueva Visión, 1999.

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