II- Algunas precisiones.
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El ser humano no adquiere su condición de tal únicamente por su condición biológica. Esto es: el cuerpo anatómico se humaniza en tanto adquiere una identidad, la cual se construye a través de ( y lo enraiza en) la cultura. Y en ese recorrido de lo biológico a lo social deviene como un ser trascendente con conciencia de si mismo y para los demás. 

De modo que el lugar que ocupa una persona en el medio social al que pertenece, es un elemento determinante de su constitución como tal, en tanto factor de sostén y de integración, sin el cual queda marginado y excluido como actor o agente social, queda desarraigado.

Un des-ocupado es alguien que ha dejado de ocupar su lugar. Lo ha perdido. Perdiendo no sólo un marco de referencia temporo-espacial, sino los atributos inherentes al mismo, tanto desde el punto de vista subjetivo (para sí mismo) como en relación a su contexto. Existimos en tanto seres vivos, pero somos en la medida que podemos expresar y desarrollar socialmente nuestra personalidad. En este sentido ser un desocupado equivale a un ser-a-medias o a un no-ser (en tanto vivencia de incompletud). 

Es decir que el trabajo no sólo sirve para hacer dinero (hay muchos otros modos de poder lograrlo), sino que brinda la posibilidad de orientar los componentes vitales hacia fines sociales (entre ellos las pulsiones agresivas ). Y con esto no me estoy refiriendo al trabajo en sí mismo, sino a aquel que contempla las necesidades y las capacidades, es decir al trabajo digno y no al que suele enmascarar la mas crueles formas de explotación y denigración humanas o al que se utiliza para ocultar lo que en realidad no es sino parasitismo y corrupción.

De modo que quedar desocupado implica quedar afuera, al margen de las posibilidades, no sólo del progreso o la mera sobrevivencia, sino de la inserción social misma, en la medida en que la improductividad - en una sociedad que hace de la eficiencia y la capacidad de consumo valores de reconocimiento- estigmatiza (señala) a quien no trabaja como alguien que ha "fallado" en cuanto a responder a los mandatos que esta misma sociedad le ha impuesto, y que están interiorizados en tanto mandatos culturales.

Esto significa que todo aquél que ha perdido su fuente laboral vive tal situación como un fracaso personal (por más que la misma sea producto de un proceso socio-económico ), generándose numerosos conflictos que se expresan a nivel individual, familiar y social. 



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