Exageración
que no parece tal para quienes se ven involucrados directa o indirectamente
en un evento tan lamentable o, como acontece ahora, con la terrible, penosa,
muerte del Dr. René Favaloro.
Aquí
es cuando todo deja de ser un juego y se reconoce la posibilidad de que
los seres humanos - cualquier ser humano - puedan plasmar en acto su autodestrucción
y que no se trata de una mera problemática de la psiquiatría,
la psicología y/o disciplinas afines.
Sería
inconducente, soberbio e irrespetuoso, pretender dar una explicación
que de cuenta de lo acontencido en la mente del Dr. Favaloro. No así
aproximar algunas conjeturas a las circunstancias y desencadenantes de
su decisión, teniendo en cuenta la información que ha trascendido
en relación a la misma.
Como
en todo suicidio los factores intervinientes han sido multicausales: biológicos,
psicológicos, socioeconómicos; intra y extrapsíquicos.
Como
en todo suicidio hubo síntomas que anunciaron con anterioridad lo
que habría de acontecer.
Como
en todo suicidio, la impotencia y la frustración - y la herida que
las mismas conllevan - dieron lugar a la etapa de decisión y posterior
ejecución de lo previamente planificado.
Como
en todo suicidio, toda presunción de lo que pudo hacerse para evitarlo,
llegó irremediablemente tarde.
Como
en todo suicidio, sólo en las consecuencias de sus efectos pueden
resignificarse, en un intento - la más de las veces culposo - de
reparación, los sentidos de un hecho que resulta incomprensible
una vez ocurrido.
Como
en todo suicidio, los sobrevivientes al mismo o bien optan por su negación,
como modo de ocultar la posibilidad de tener que afrontar sus propios impulsos
destructivos (conscientes o inconscientes), o bien asumiendo su propia
implicancia, intentan asumir un compromiso frente al mismo.
Porque
el suicidio es siempre hecho traumático.
Porque
un suicidio es siempre un grito desesperado que no se pudo dar o que no
fue escuchado.
Porque
un suicidio es siempre una pérdida definitiva, insustituible.
Porque
el suicidio es siempre una afrenta a nuestra omnipotente imaginaria infinitud
de nuestra condición de humanos.
Porque
el suicidio es siempre singular, único.
Singularidad
aún más paradigmática el suicidio del Dr.Favaloro,
por cuanto encarnaba un modelo público donde muchas palabras como:
honestidad, dignidad, compromiso, humildad, respeto, sinceridad, trabajo,
esfuerzo, estudio, vocación, constancia, solidaridad, moral, ética,
integridad, aún se percibían como no vaciadas de contenido.
Tal
vez por ello su decisión impacta en los sentimientos y las conciencias
de la gran mayoría, en tanto confronta a la sociedad en su conjunto,
con su pasado, su presente y con su incierto futuro, donde nuevamente la
lógica deshumanizante que la caracteriza, vuelve a expresar su implacable
designio: todo es como es, no hay otra realidad que la que existe y nada
ni nadie puede hacer algo para transformarla.
Tal
vez por ello, tantos seres humanos, como el Dr .Favaloro, deciden poner
fin a sus vidas, al sentir que se les está escapando de sus almas
lo más importante de si mismos, aquello que hace de ellos lo que
verdaderamente son o creen ser.
Tal
vez porque prefieran morir aún siendo, antes que vivir, dejando
de ser.
Dr.
Miguel Angel de Boer
Especialista
en Psiquiatría - Psicoterapeuta.
Miembro
Titular de la APSA
(Asociación
de Psiquiatras Argentinos)
Comodoro
Rivadavia, Chubut.