Lo
que ocurre en nuestro país, inherente a un modelo sustentado
en el intento de aniquilamiento de toda resistencia que se le oponga,
además de arbitrariamente ilegítimo e injusto - o por
ello mismo - es irracional y perverso, mediado por sus perversos representantes
y ejecutores, con sus irracionales y perversas consecuencias.
Pero
así como, una vez instalado, un dominio perverso solo puede
perdurar en tanto el victimario logra captar la complementariedad
de sus (por lo general inconscientes e involuntarias) víctimas,
también así suele precipitarse en un exacerbado paroxismo
narcisístico cuando tal asimétrica concordancia corre
el riesgo de verse malograda.
Porque
es ineludible a su "razón" de ser el ejercicio del
poder para destruir todo aquello que se le desemeja, esto es: la incomprensible,
inaprensible y absoluta imposibilidad que tiene de acceder a los rasgos
(humanos) que no posee, solo puede ser tolerada a condición
de lograr la desubjetivización de sus víctimas, con
la finalidad de evitar la irrupción de una angustia que (por
psicotizante) se le torna insoportable. Es por ello que su estabilidad
se diluye en la misma medida en que sus víctimas toman real
conciencia de la nefasta trampa en la que se han visto inmersos y
logran recuperar su integridad, su dignidad, su identidad, en fin,
la vitalización de la que se han sentido despojados y que los
condujo a una paulatina cosificación de su existencia. Para
decirlo en otros términos: en la medida en que los "enloquecidos"
(por la denigrante manipulación de sus necesidades) van logrando
la recuperación de su salud, el que se siente "enloquecer"
es, el hasta ahora impune, "enloquecedor".
Es
entonces cuando la seducción perversa comienza a tornarse ineficaz
y las motivaciones y objetivos (antes enmascarados) del victimario
irrumpen expresándose en toda su magnitud del modo mas descarnado,
no pudiendo ya disimular su desesperada e inescrupulosa disposición
a hacer todo lo necesario para lograr su concreción, pues de
ello depende su existencia, poniendo al descubierto su verdadera naturaleza:
malévola, ruin, canallesca.
Decae
entonces su arrogante omnipotencia dando lugar a sus pulsiones mas
genuinas, a su agresividad y su furor, su miedo, su impotencia. Rumiando
por la incomprensión y la (no infrecuente) deserción
de sus cómplices, solo encuentra aliados en quienes aprovechan
la ventaja de su empobrecida (antes hipertrofiada) autoestima.
Desmintiendo
una realidad que no se ajusta a sus percepciones, su seudoversatilidad
cede lugar a la rigidez y la estereotipia, a la perseveración
obsecada. Apabullado por la frustración de su solapado goce,
sus abusivos recursos se tornan torpes y hasta caricaturescos (no
por ello menos peligrosos) manifestando - con la impulsión
que deviene del descontrol - su sádica e insaciable voracidad
depredadora.
Surge
así la oportunidad en la cual únicamente la cuerda lucidez
de quienes lo enfrentan, puede no solo resistir y menoscabar - de
un modo transitorio - el avasallamiento, sino también plasmar
los cambios que impidan definitivamente la reconstitución de
tal anomalía.
Dr.
Miguel Angel de Boer
Especialista
en Psiquiatría - Psicoterapeuta.
Miembro
Titular de la APSA
(Asociación
de Psiquiatras Argentinos)
Presidente
del Capítulo Salud Mental, DDHH y Tortura de la APSA
Comodoro
Rivadavia, Agosto
1001.
Chubut.
Tel.
0297 - 4557469